Los conflictos o debates forman parte de nuestro día a día. Pueden surgir en una conversación con un amigo, en discrepancias con un compañero de trabajo o en el entorno familiar con nuestros hijos. Cuando estos conflictos aparecen, a menudo vienen cargados de emociones que pueden herir los sentimientos del otro sin que seamos conscientes de cómo llegamos a ese punto.
Sin embargo, los conflictos no son necesariamente malos. Lo importante es cómo los gestionamos. Para transmitir lo que sentimos, necesitamos o pensamos, es esencial utilizar diferentes formas de comunicación que nos ayuden a resolver los conflictos de manera adecuada, creando un ambiente de confianza, empatía y respeto mutuo.
Estilos de Comunicación
Existen tres formas generales en las que solemos reaccionar al comunicarnos: asertiva, pasiva y agresiva.
Comunicación Asertiva: Ser asertivo implica expresar nuestros sentimientos, deseos y opiniones de manera directa y abierta, sin menospreciar o castigar a los demás. Este estilo respeta tanto nuestras propias necesidades como las de los otros. La asertividad fomenta la confianza en uno mismo y permite una relación interpersonal equilibrada.
Características de la comunicación asertiva:
Defiende los derechos propios y respeta los ajenos.
Utiliza un lenguaje corporal claro: contacto visual, postura relajada, manos visibles.
Emplea frases como: "Pienso que...", "Siento que...", "¿Cómo crees que podemos resolver esto?"
No busca evitar conflictos, pero los maneja de forma respetuosa.
Comunicación Pasiva: La comunicación pasiva implica renunciar a expresar abiertamente lo que sentimos o pensamos, permitiendo que otros violen nuestros derechos. Las personas pasivas suelen evitar los conflictos a toda costa, pero esto puede generar frustración y sentimientos de incomprensión.
Características de la comunicación pasiva:
Evita el contacto visual.
Utiliza frases como: "Quizás no tengo razón", "No es importante", "Te importaría si...".
No expresa eficazmente sus necesidades, lo que puede llevar a sentirse manipulado o ignorado.
Comunicación Agresiva: La comunicación agresiva implica defender los propios derechos y opiniones de manera desconsiderada, transgrediendo los derechos de los demás. Este estilo suele incluir insultos, amenazas o humillaciones, tanto de forma verbal como no verbal.
Características de la comunicación agresiva:
Ofende o menosprecia la opinión de los demás.
Utiliza frases como: "Esto es lo que pienso, eres estúpido por pensar diferente", "Lo que tú quieres no importa".
Puede incluir gestos hostiles, como puños cerrados o miradas intensas.
Es importante que, cuando notemos dificultades en nuestra comunicación con hijos o familiares, busquemos apoyo profesional para desarrollar estrategias que favorezcan la asertividad. Esto no solo mejorará nuestra capacidad de relacionarnos, sino que también fortalecerá nuestros vínculos afectivos.