Mi hijo no quiere hacer los deberes: acompañamiento respetuoso desde la neurodiversidad
Muchos niños neurodivergentes se enfrentan cada día a los deberes como un reto abrumador, no por falta de voluntad, sino por una sobrecarga real de su sistema nervioso. Este artículo ofrece estrategias prácticas y respetuosas para entender la resistencia, adaptar el entorno y acompañar sin conflicto, desde una mirada neuroafirmativa y basada en el respeto.

Introducción: más que pereza, un grito de ayuda
"Mi hijo no quiere hacer los deberes" puede sonar a pereza. Pero muchas veces, es un grito de ayuda.
Para muchas familias con niños neurodivergentes (TDAH, autismo, dislexia, ansiedad u otras diferencias en el procesamiento cognitivo), el momento de los deberes se convierte en un campo de batalla. La resistencia no es desobediencia: es la punta del iceberg de un sistema que no se adapta a sus necesidades.
Estudios muestran que muchos niños con TDAH presentan alteraciones en la producción de cortisol —la hormona del estrés—, especialmente ante demandas cognitivas exigentes como los deberes escolares.
1. Descifrando la resistencia: señales vs. causas reales
La resistencia puede esconder:
- Agotamiento ejecutivo: su cerebro ha gastado una enorme cantidad de energía en el colegio.
- Disonancia cognitiva: tareas que no se adaptan a su forma de procesar (por ejemplo, pensamiento visual frente a textos escritos).
- Malestar físico o sensorial: cefaleas, tensión muscular o hipersensibilidad a estímulos presentes en el entorno de estudio.
2. Estrategias prácticas desde la neurodiversidad
a) Ajustes en el entorno:
- Sensorial: luz cálida, auriculares con cancelación de ruido, cojines con texturas.
- Postural: permitir estudiar en el suelo, con balón de estabilidad o mesa elevada.
b) Técnicas adaptadas al perfil:
- TDAH: técnica del reloj (15 minutos de trabajo / 10 minutos de pausa activa).
- Autismo: historias sociales para entender el propósito de los deberes.
- Dislexia: codificación por colores según asignatura.
Caja de herramientas útiles:
- Temporizador visual
- Lápices ergonómicos
- Caja con juguetes antiestrés u objetos de autorregulación
- Tarjetas con frases de apoyo ("Puedo pedir ayuda", "Voy paso a paso")
3. Estrategias visuales útiles
Círculo de deberes
Dibuja un círculo dividido en tres partes:
- "Puedo hacerlo solo"
- "Necesito ayuda"
- "No entiendo"
Permite que el niño marque su percepción ante cada tarea. Le da control, reduce la ansiedad y mejora vuestra comunicación.
4. Comunicación que construye
Cambiar las frases puede transformar el ambiente de trabajo:
En lugar de decir "Termina ya", prueba con: "¿Qué parte podrías empezar ahora?"
En lugar de "No es tan difícil", puedes decir: "¿Qué parte te cuesta más entender? ¿Lo intentamos juntos?"
En lugar de "Si no acabas, nada de tele", mejor: "Cuando termines este bloque, podemos hacer algo que te apetezca"
5. Si la resistencia persiste: alternativas realistas
- Colaboración con el colegio: priorizar 2 o 3 tareas clave.
- Dividir visualmente: cortar ejercicios en tiras o partes más pequeñas.
- Cambiar el formato:
- Responder en audio en lugar de escribir.
- Representar vocabulario con dibujos o cómics.
6. Participación familiar en la escuela y ajustes razonables
- Documenta bloqueos frecuentes y el tiempo real que tardan.
- Propón alternativas: "En lugar de 20 ejercicios, ¿podría hacer 5 explicados paso a paso?"
Conclusión: los deberes como termómetro, no como prueba
Como dice el psicólogo Ross Greene, creador del enfoque colaborativo y proactivo (CPS): "Los niños hacen bien si pueden. Cuando no pueden, es nuestra señal para entender, no para presionar".
Lo que tu hijo recordará no son los cuadernos, sino si sentiste curiosidad por entenderle en vez de solo corregirle.
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